Se suceden en cascadas las renuncias de los jueces, en su mayoría de tribunales de
alzadas. Ellas se han nutrido por contagio, lo ha advertido el Dr. Rafael
Luciano Pichardo, anterior Presidente de la Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia y ex presidente de este organismo superior de justicia.
Las
preguntas surgen, los murmullos, comentarios y especulaciones se escenifican en
un ambiente donde se entendía que las posiciones hoy vacantes eran apetecibles
por cuanto desde estos escenarios se vuelven realizables las más comunes de las
ambiciones humanas.
Y
es que en la búsqueda de trascendencia, influencia, privilegios, cúmulo de
riquezas, poder, entre otros, que son algunos de los factores a los que aspira la
inherencia de las personas, eran pertenencia de los jueces renunciantes, con su
deposición, lo pierden todo, sustituyendo lo anterior por aspiraciones presumiblemente
tendentes a alcanzar mejores niveles de vida, meliflua contradicción.
Cada
juez retirado está vastamente formado tanto en la práctica como en sus dominios
intelectuales, sus muy buenas calificaciones le auguran éxitos en sus desempeños
como abogados en ejercicio, pero respecto a la jurisdicciones en las que
obraban, estas se verán afectadas en su devenir ya que las decisiones que
emanen estos tribunales no contaran con el aval de éstos meritorios y capaces
jurisconsultos.
Aunque
este no es el escenario donde deban formularse las razones que entienden los
abogados en ejercicios han forzado a éstos magistrados a dejar sus puestos, no
podemos sin embargo, a falta de ser catalogados irresponsables, dejar de
mencionar algunas de las vociferaciones más comunes, sería realmente de
cobardía, y precisamente algunas de los comentarios es que éstos lo han hecho movidos
por los disgustos en los ascensos que precedieron la elección de los jueces de
las “Altas Cortes”, en los que ellos no obstante contar con muy buenas
aptitudes, fueron descartados, otra razón es la falta de convivencia laboral y
otros, por necesidad de mejores condiciones salariales.
Las
renuncias de los magistrados Manuel Ulises Bonelli, Juez de la Tercera Sala
Penal de la Corte de Apelación del Distrito Nacional, Eddy Hernández Machado
presidente de la Corte de Trabajo, Juan Manuel Guerrero, también de la Corte de
Trabajo, Pedro Balbuena, presidente de la Corte de Apelación de Puerto Plata y Frinette
Padilla del Tribunal Contencioso Administrativo, abre una nueva etapa en las
expectativas que los hombres y mujeres suelen tener en el ascenso social al cual
todos aspiramos llegar.
La
ausencia total de política de permanencia y seguridad del Estado hace que las renuncias
de estos servidores públicos no sean frenadas a tiempo, luego de haber hecho
las cuantiosísimas inversiones para su formación, se desperdician estos valiosísimos
activos sin que nadie sepa actuar para detener esta ola, que a nuestro decir,
debe detenerse para evitar que se vayan repitiendo tan desaforadas malas experiencias
como las que se vienen recogiendo con las decisiones emanadas de algunos tribunales
dominicanos, como es el caso de la liberación de la red de narcotraficantes formadas
por dominicanos y colombianos que tenían instalado todo un laboratorio en la
provincia de San Cristóbal desde donde transformaban y distribuían la droga dentro
y hacía el exterior de la República.
El
Estado sabe donde están las razones que motivan estos descalabros. Este es el
momento para llamar al cumplimiento de la Ley que ordena la asignación de un
dos punto sesenta y seis por ciento (2.66%) del Presupuesto al Poder Judicial.
El presidente de la Suprema Corte de Justicia, el Dr. Mariano German Mejía,
tiene además la influencia política para lograrlo y el Poder Judicial la
necesidad de recibirlo. Este es un reclamo que no debe postergarse más.
Consideramos
que las renuncias de estos jueces se hace de manera estrepitosa, no han tenido
la prudencia de aguardar otros tiempos donde puedan cosechar mejores frutos.
Algunos de los magistrados renunciantes son potables para conformar las Cortes
superiores de justicia en una próxima promoción de jueces.
En
lo adelante se les hará más difícil lograr sumarse a integrarlas a menos que
cuenten con la consabida influencia política que tanto han rechazado tener a su
favor anteriormente.
Salomón
Ureña BELTRE.
Abogado
– Notario.
809-353-5353
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