Aumento Salarial en el 2015

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Art. 67 Constitución Dominicana […] numeral 7: 

“La ley dispondrá, según lo requiera el interés general, las jornadas de trabajo, los días de descanso y vacaciones, los salarios mínimos y sus formas de pago…” 

El debate no se detiene, la lucha de intereses que se genera entre el sector empleador y laboral, es interminable, mientras el primero se justifica por todos los medios a su alcance para lograr el menor reconocimiento salarial a favor de los trabajadores, dejando entrever su grado de insensibilidad atroz, los trabajadores acuden, sin mucha esperanza, al escenario desde el cual se le impondrá, lo que siempre resulta ser la voluntad de su adlátere.

Diferentes mecanismos se han coordinado a la largo de nuestra historia para allanar las frecuentes fricciones que nacen de las relaciones entre estos que parecen incordios. En la actualidad funge el Comité Nacional de Salarios, integrado por el Estado como mediador fundamental, este ha optado por llevar un papel muy pasivo, de esta característica ha dado muestra más que elocuente la actual Ministra de Trabajo, quien es su Presidenta. Este ha devenido en ser el epígrafe de las decisiones que históricamente ha impuesto el sector  patronal sobre el trabajador, traduciéndolas en resoluciones.

El trabajo es el principal medio de subsistencia del trabajador y de su familia, y del trabajo proviene el salario, o ingresos que soportan atender sus necesidades primarias.

Los constantes incrementos que se registran de las diferentes variables de la economía, no va acorde con los ingresos que en forma de salario percibe la clase trabajadora, acarreando distorsiones tan odiosas y dañinas para este segmento de la población, tales como el aumento de sus niveles de pobreza. Cabría preguntarse si no sería preferible comenzar a analizar nuevos métodos que provoquen por preferencia, la deflación de los productos en lugar de continuar con la cuestionable práctica de abordarlo desde el punto de vista de la modificación de las tasas salariales.

La presión que se cierne sobre la clase trabajadora no se contrae exclusivamente a un salario que no le rinde siquiera para cubrir la canasta familiar, sino que además, los descuentos que se les aplica a su tarifa salarial desmadran aun más su viabilidad, conjurándose una estela de inestabilidad que pone en riesgo hasta la estabilidad de todo el tejido social.

Es bochornoso que en nuestro país, en pleno siglo XXI se hable de que un trabajador del campo perciba de jornal de diez horas diarias solo RD$175.00, esto es el equivalente a menos de cuatro dólares, aunque peor es que las negociaciones sobre el tapete prevean aumentarlo solo hasta RD$205.00. Que de los once niveles de salarios mínimos establecidos y reconocidos, el mayor alcance apenas los RD$11,292.00, que representan unos US$250.00, sin que ninguno de estos niveles salariales llenen las expectativas de la población activa laboral, máxime cuando la canasta familiar, esto es los gastos de alimentación, vivienda, salud, transporte, educación, telecomunicaciones, entre otros, ronda los RD$26,855.21, según referencia del año 2015 del Banco Central. Todo esto evidencia una distancia abismal con el pretendido estado de bienestar que instauró la Constitución Dominicana del 2010.

Hablar de niveles salariales tan paupérrimos que median los RD$6,000.00 mensuales, unos US$134, es una verdadera desgracia que afronta la clase trabajadora de nuestro país. 

Todo lo planteado obedece a que los sectores patronales, timón de la creación de las riquezas, aun cuando registran beneficios reales, no cejan reconocer su predisposición a no hacer participe de una distribución  equitativa de las mismas con los trabajadores, siendo éstos elementos fundamentales en la ecuación productiva nacional.

Mientras líderes empresariales del más alto nivel como la señora Viyella de Paliza, osan decir que la clase laboral dominicana vive dignamente con los salarios que devengan, de este tipo de afirmaciones se puede evidenciar los niveles de irresponsabilidad reposados en las élites de este sector. Y es por ello que mientras los representantes escogidos por los trabajadores para que defiendan sus intereses reclaman un aumento de un treinta por ciento, los que de alcanzarse serian insuficientes, amén de que se los tragarían la inflación, por el otro lado, los empresarios, proponen un aumento de solo 12%, pero sujeto a que se cumplan una series de condiciones previas.

Dicen los empresarios que para acoger un aumento salarial, el que sea, debe establecerse una reclasificación de las empresas, que permita además determinar el salario mínimo para cada una de ellas, sin darse cuenta que este mecanismo está instituido en nuestra legislación, bajo disposiciones legales y resolutivas. 

Lo cierto es que los niveles adquisitivos de la población deben ser mejorados, al final del camino, sector comercial, industrial, y empresarial, serían los más beneficiados, por cuanto son ellos los que retoman el cause de los dineros pagados en forma de salarios a los trabajadores, a éstos porque les permitirá tener acceso a mejores niveles de vida lo que se manifiesta a través de la capacidad de adquirir bienes y servicios, y a las arcas del Estado porque obtendrán más recursos recaudándolos en formas de impuestos.


Los cambios que se exigen para que haya una mejor distribución de las riquezas generadas fruto de la vinculación empleado - patronal, no vendrá por generación espontánea, debe haber concientización cabal, la misma debe ser impuesta por el imperio de la razón, de la solidaridad y del respecto entre los hombres, para lograrlo, el Estado debe tener un papel más activo que el mostrado hasta ahora.

Escrito el 30 de abril 2015.

Salomón Ureña  BELTRE.
Abogado – Notario Público.
Wamcho’s father.
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