La Procuraduría General Eléctrica Vs. el Robo de Energía.

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La Corporación Dominicana de Electricidad fue fundada en el año 1928 con el nombre de Compañía Eléctrica de Santo Domingo, cuando ya para el 1955, esta empresa era adquirida para el engrosamiento del vasto emporio empresarial del presidente de entonces, Rafael Leónidas Trujillo Molina.

El servicio que ha ofrecido esta entidad a la población dominicana ha sido desde su fundación, deficiente, paupérrimo hasta la insolencia, lo cual se ha extendido por años, décadas y ya hasta por siglos, sin que las dichas taras hayan podido ser superadas sin importar las inversiones económicas y las transformaciones legales a las que se ha sido sometida.

Las causales que se han justificado para este mal han sido entre otras: que gran parte de la energía servida -el 12% aproximadamente- se pierde por las malas condiciones de las líneas de trasmisión y claro, se ha argumentado que los dominicanos sustraen en mayor proporción a la pagada, la energía servida.

No fue sino hasta que el Estado se vio precisado a incursionar de manera seria y responsable en la contratación de compra de energía a los llamados productores independientes de energía (IPP). A partir de la inversión de capitales foráneos en la industria eléctrica nacional, se comenzó a hablar de que en nuestra legislación debía tipificarse como delito, el fraude de la energía eléctrica.

La Crisis del Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

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Si algo bueno ha dejado la crisis del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) es que una vez resueltas las diferencias que actualmente lo distancia de la concordia entre sus correligionarios y del poder, se habrán de crear los mecanismos institucionales que impidan en el futuro exponer a este Partido a situaciones de tanto descredito.

Esta crisis nos ha reiterado que la irracionalidad humana no tiene límites cuando las ambiciones individuales se presentan, y donde la cordura sucumbe ante la defensa de los intereses particulares, no obstante se vean afectados los derechos de las mayorías.

Este Partido que no ha sabido comportarse a la altura que le exigen las circunstancias, no ha estado cumpliendo con su deber, que es estar constantemente, entre otros, incidiendo en las propuestas que posibiliten la aplicación de políticas que mejoren la calidad de la convivencia humana y que acrecienten los niveles de vidas de todos los dominicanos.

Pareciera que son improvisados los que han venido a dirigir los destinos de este trascendental Partido, que no se han dado cuenta que su accionar contrario a todo espíritu de su supervivencia, ha quebrantado profundamente la suerte de tantos dominicanos que muchos han optados por apartarse del interés por la política y de sus protagonistas.

James –Wally- Brewster Nuevo Embajador Norteamericano.

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Entre los dominicanos nunca ha pasado por alto la designación de un nuevo embajador norteamericano. Este hecho suele centrar la atención de la población debido a que se considera a éste como una especie de gobernador enviado por la gran potencia, amén de considerársele como un vigía de todos los movimientos que realiza el gobierno central y todas sus dependencias, y cuanto menos que lleva, una especie de monitoreo, para su oportuna evaluación, de las actuaciones de todos los sectores de la vida nacional.

En uno y otro caso, es incuestionable la grandísima influencia que éste funcionario diplomático suele ejercer entre nosotros.

Y es que la influencia de los Estados Unidos de Norteamérica entre los dominicanos es cosa que nos viene desde el simple hecho de que en aquel país, se estima la presencia de algo más de un millón y medio de dominicanos, lo que hace se genere una gran influencia tanto a nivel cultural, económica, política y en cualquier otro orden.

Los Guardias a Preservar la Paz Ciudadana.

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Cuántos dominicanos pueden airear sentirse medianamente protegidos o seguros en estos tiempos, bien en sus casas, colegios, lugar de trabajo, plazas, lugares de diversión, etc., o bien durante el tránsito al desplazarse de un punto geográfico del país a otro.

El índice de criminalidad aumenta de manera consistente y las autoridades no parecen percatarse de la temeridad en que incurren en no prestarle la seriedad que amerita darle al tema.

A tal grado ha llegado la comisión de actos delictivos en todas las áreas de la vida cotidiana, que poco ha faltado para que las autoridades deban decretar el Estado de Conmoción Interior, prescrito por la Constitución Dominicana en el Art. 264, dentro del Capítulo XIII, relativo a los Estados de Excepción.

Y no es para menos, los delincuentes se han adueñado de la paz pública logrando poner literalmente de rodillas a toda la ciudadanía.

La poca capacidad de respuestas que las autoridades represivas le han dado a la ciudadanía por hechos que han lacerados y ultrajado la seguridad individual, ha sido aprovechado por la delincuencia para abrirse camino hasta el extremo que en estos días, nada ni nadie acusa seguridad alguna.