Endeudamientos, Pobreza y Soberanía Nacional.

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La actual directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, anterior jefa del Ministerio de Economía de Francia, ha planteado la posibilidad de una “nueva recesión mundial inminente”, lo que debe ser tomado seriamente en cuenta por los gobernantes para impedir que se sigan tomando medidas que afecten nuestras economías y con ello se siga aumentando el número de personas dentro de los límites de la pobreza.
De manera muy especial este tema debe ser considerado por el gobierno dominicano para evitar que nos llegue de repente la necesidad de tomar medidas que provoquen ajustes obligados que castiguen de manera severa a nuestros ciudadanos.

A pesar del crecimiento sostenido que nuestro país ha ido experimentando en los últimos años, se debe advertir que la sostenibilidad de ese crecimiento y el de la estabilidad macroeconómica ha estado respaldado por una cruda realidad que todos tenemos que aceptar, los empréstitos.

Hasta hace apenas ocho años nuestra deuda pública con organismos internacionales rondaba los siete mil doscientos millones de dólares, ya hoy este mismo índice de la economía dominicana se ubica por encima de los veinticinco mil millones de dólares, lo que implica que ha habido un incremento de hasta  prácticamente un doscientos por ciento durante en el referido período.

En estos momentos nuestro país cuenta con una presión tributaria por encima del 18%, según las estimaciones más conservadoras, y las no tanto como la del presidente del Consejo Nacional de Empresas Privadas, Manuel Diez Cabral. En tanto que el nivel de endeudamiento se ha elevado de manera tan indiscriminada que sólo para cubrir los servicios de la deuda pública cuarenta y tres pesos de cada cien que ingresan a las arcas del Estado deben ser destinados a cubrir estos compromisos.

No obstante esta cruda realidad, el Congreso Nacional no cesa de aprobado, solo durante el período de transición una serie de empréstitos, que vienen a engrosar aun más el servicio de la deuda pública de manera que vamos en un ritmo acelerado a tener que tomar medidas que convergerían en drástica para la penosa realidad de tantos dominicanos que viven postrados a la más inmisericorde de los niveles de pobreza.

Estos niveles de endeudamientos afectan nuestras perspectivas de desarrollo, disminuyen la productividad y en consecuencia acarrean empobrecimiento de las clases trabajadoras, cuando no hacen desaparecer hasta los puestos de trabajos existentes.

Sabemos que nuestro país adolece de múltiples problemas económicos, quizás muchos de los cuales no esperan más tiempo para ser solucionados, pero debemos estar alerta con la manera en que nos endeudamos, de lo contrario nos estaríamos apresurando a destinos de cortes insospechados.

No tenemos que mirarnos en los espejos de Grecia, Italia, España, Portugal, Finlandia, entre otros, para saber que una vez endeudados de manera exorbitante, cual parece ser el ritmo que llevamos, no tendremos independencia económica y en consecuencia deberemos entregar nuestra soberanía en todos los demás aspectos que como nación nos legaron todos los que nos gobernaron en la segunda parte del siglo XIX.

La crisis de los mercados financieros, creada por la burbuja inmobiliaria, afecta a las más grandes economías del mundo, y como tal golpea a las demás naciones de manera inmisericorde, hasta el extremo de poner en alto riesgo su estabilidad. Los efectos de esa crisis no tardarán en azotarnos, no nos será extraña, más tarde que temprano nos sacudirá y lo hará para derribarnos si no nos encuentra adecuadamente preparados para afrontarla.

No olvidemos los agobios que tuvimos que soportar fruto de las presiones que nos impusieron nuestros acreedores de finales del siglo antepasado, entre ellos empresas y Estados de ultramar, a los cuales debimos entregarles hasta nuestras aduanas y con ello, nuestra soberanía, nuestras libertades, de tal manera evitar que nos invadieran militarmente.

Como muestra de lo que implica manejar una economía como la nuestra con tanto desdén como ha ocurrido en los últimos años en nuestro país, está el hecho de que una de las medidas más inmediata con la que pretende inaugurarse el próximo gobierno encabezado por el recién electo presidente Danilo Medina, es realizar una modificación integral de nuestro sistema tributario.

Ciertamente, algunos sectores se pronuncian a favor de esta ya anunciada propuesta impositiva, la que sin lugar a dudas vendrá a restringir y afectar el acceso a mejores niveles de vidas de las clases menos favorecidas, acrecentará las reservas de los recursos públicos y sin lugar a dudas fortalecerá las arcas de los ricos.

Es de sabio estudiar las variables que nos permitan proyectar el futuro de manera que de concretizarse los presagios que aconsejan distorsiones en las áreas de la economía global, las mismos no nos arrastren hacia situaciones que pongan en riesgo nuestra estabilidad ciudadana tras la quiebra de nuestro sistema económico.


Salomón Ureña B E L T R E.
Abogado.

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