Ignacio Urdangarín Liebaert es el esposo de la hija del Rey de España, Juan
Carlos I, la infanta Cristina.
Este personaje según se
cuenta carecía de las habilidades óptimas para destacarse en las actividades
deportivas a las que se había dedicado profesionalmente. Era literalmente un
fracasado. Como se tornaron sus primeros pasos en los negocios que auspició
prematuramente en su vida, todos estuvieron ligados al fracaso.
El casamiento con la infanta
Cristina en octubre del 1997, con la cual ha procreado al día de hoy cuatro
hijos, le proporcionó lo que su ambición procuraba, convertirse en un hombre de
negocio, solo que no le importaba el nivel de escrúpulo al que debía someter su
conducta.
Recientemente su
comportamiento díscolo, lo ha excluido finalmente de las actividades de la Corona
tras considerarse desde la Casa del Rey que “…
el comportamiento del esposo de la Infanta Cristina del Duque no había sido
ejemplar”, a través del Instituto Nóos, el cual había constituido sin fines
de lucro, sin embargo, la red empresarial tejida
a su alrededor sí tenían ánimos lucrativos.
Perseguir contratas públicas
por la influencia que le generaba estar casado con la infanta Cristina y
proveerse de facilidades en el sector privado, eran algunas de las prácticas
que se volvieron comunes en este personaje, pero más aún, solía desviar los
fondos que obtenía de las actividades a través de la Fundación Nóos hacia otras
entidades con carácter lucrativos.
La Casa del Rey se vio
precisada a emitir un comunicado público donde expresa el malestar que le ha
ocasionado el sedicioso proceder del Duque de Palma.
No es de estos tiempos cuando
se tienen las primeras noticias de las tendencias a realizar actividades contrarias
al espíritu de la moral social del joven, ya antes en el año 2007, el asesor
del Rey para asuntos jurídicos el abogado José
Manuel Romero Moreno tras haberle realizado una auditoría a la Fundación
Nóos, determinó que los propósitos que esta perseguía eran totalmente
desvirtuados a lo que se pretendía dejar ver hacia el exterior.
En esta ocasión se le
recomendó que reorientara sus actividades, preferiblemente en un sector de
explotación civil. Para el año dos mil siete, se le recomendó que tomara un
periplo fuera de España dándole una representación en La Telefónica con asiento
en Washington, Estados Unidos de Norteamérica donde fue ha residir junto a sus hijos
y a la infanta Cristina, su esposa, a quien también le puede embarrar por
considerarse que obró también en la fabricación de facturas contra el fisco.
Extraña mucho el hecho de
que conociendo la Casa del Rey de las actividades ilícitas de Urdangarín
Liebaert esta tomara como medida cautelar, sacar del país a toda su familia,
pretendiendo con ello ponerle fin a su cuestionable proceder.
Tres este episodio el Rey ha
dicho que antes de la partida de este año, se procederá a hacer público el desglose de los 8,5 millones de euros que recibe anualmente para el
sostenimiento de su casa y su familia, con esta actitud se va en la dirección
de mejorar la imagen de la monarquía.
Finalmente
a Urdangarín Liebaert
se le podría acusar de apropiación indebida o participación en un tráfico de
influencias, así como delito fiscal, una y otra la dimensión ética y mortal que
debe preservar la monarquía.
Salomón Ureña Beltre.
Abogado.
salomonbeltre@gmail.com
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