La educación en la República Dominicana.

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La carencia educativa produce pobreza, exclusión social, improductividad, desasosiego, sometimiento, dependencia e incapacidad para elegir y ser elegido, etc.

La sumisión que hemos experimentado los dominicanos a lo largo de nuestra historia hasta nuestros días ha sido obra trazada por los que nos han dirigido, ellos han orientado a sectores menos atractivos para el desarrollo individual y social, los recursos que han debido ser destinados a la educación.

Es un acto de responsabilidad social y estatal encarar con vigor y determinación los males que aquejan nuestra colectividad, todos estamos conscientes que los pasos primarios que debemos dar en procura de alcanzar una sociedad mas justa es aportando a la educación.

La educación se adquiere por la escolaridad a la cual deben ser sometidos todos los individuos en sus etapas en las que mejor pueden absorber los conocimientos, de allí moldearlo para que sirvan de fuentes enriquecedoras e instruirlos en la capacidad de aprender y con ello puedan asimilar con destreza la descodificación de los códigos que la sociedad les impone, desarrollar la comprensión lectora, poder indagar la realidad para comprenderla mejor, para que pueda asumir posturas criticas del ambiente que les rodea, poder formarse la propia idea de las cosas, desarrollar el amplio universo de capacidad intelectiva que todos tenemos desde nuestra propia formación natural y con ello todo el arsenal de elementos de comportamientos y de variables que impone la convivencia social.

Debemos crear métodos de instrucción educativa que satisfagan los requerimientos de convivencia óptima entre los individuos, de manera que la plataforma sobre la cual se sustente el conocimiento de los egresados escolares no les sean ignorados, y no haya que llegar a los extremos actuales de que las instituciones universitarias tanto pública como privadas, deban convertirse en instrumentos reformativos de los baches con que provienen de los centros anteriores los estudiantes. Esto refleja la muy clara deficiencia que arrastran de la educación formal los postulantes.

No obstante, la franja de profesionales que egresa de nuestras universidades no cumplen, de igual manera, con los requisitos mínimos formativos que exigen las vacancias laborales, por cuya razón deben los propios empleadores asumir la instrucción que requieren de sus trabajadores.

La desconfianza existente en el mercado laboral nuestro es de tal magnitud que este se ha visto precisado a incursionar en la importación de manos de obras calificadas para afrontar la deficiencia formativa local.

Todos estamos conscientes de la necesidad que tenemos de hacer mejores inversiones en el sector educativo, no podemos continuar desatendiendo esta valiosa herramienta de instrucción individual y social, debemos además tener una educación más democrática, donde un sector no tenga acceso a los mejores mecanismos educativos que otros.

Las manifestaciones de luchas sociales encaradas por sectores de nuevo cuño de presión a la que se vio exigiendo mejores tratos a la educación están conscientes de que si no se promueven las diligencias que brinden la posibilidad de alcanzar los objetivos del milenio, estos difícilmente logren alcanzarse, de manera que con una ley de educación actual como la que tenemos, y el cumplimiento del cuatro por ciento que ella exige a la educación, tendremos un mejor futuro.

Consiente nuestra pujante clase media de la necesidad de remediar la quebrada estructura educativa nacional, ha decidido obrar como nunca antes, haciendo converger en un solo propósito la obtención de una mejor educación para todos.

Se deben dar mantenimiento a las edificaciones que sirven al sector educación, construir otras tantas nuevas, se debe ampliar las facilidades estudiantiles existentes, crear estructuras de transportes a los estudiantes, crear centros de tecnologías y de formación técnica y de recreación en todo el territorio nacional; mejorar los niveles de vida de los profesores y del personal técnico, extendiendo a la formación de cada uno los aportes a realizarse, de igual manera fabricarles viviendas, seguro social y de salud, salarios más atractivos, etc., son de las áreas que aguardan por la inversión que requiere nuestra educación.

Sin vacilaciones, todos tenemos que apreciar la necesidad que se tiene para ir de la manos con el progreso, lo cual se logra haciendo poderosas inversiones en el sector de la educación, los recursos los tenemos, solo debemos invertirlos con generosos propósitos.

Como se evidencia, entre nosotros tenemos resuelta la ecuación y los mecanismos rectores sobre los cuales se puede echar andar la educación nacional, solo tenemos que ponerlos en práctica. Los esfuerzos que se han estado haciendo desde la colectividad consiente en el sentido de provocar de las autoridades mayores atenciones al sector educativo, han resultado favorables, al haberse logrado un incremento en lo inmediato en el presupuesto de esta cartera de hasta cinco mil cuatrocientos millones de pesos dominicanos, esto es una muestra de que toda la nación se está empoderando de su propia realidad y de los derechos y obligaciones que le pertenece. De alguna manera, estamos tomando la conciencia necesaria para saber dirigirnos con mayor firmeza hacia un futuro más promisorio, cierto y progresista. 

Bajo los postulados de asumir con mayor énfasis la responsabilidad que todos tenemos es que descansan las perspectivas de los avances importantes que debemos alcanzar en la disminución de los niveles de insalubridad social, elevar la educación y disminuir los niveles de analfabetismo debe ser de nuestras metas inmediatas.

Notemos como para la década de los años setenta el país tenía un treinta y dos por ciento de analfabetismo a nivel nacional, y ya para el año dos mil cinco, ese porcentaje había decrecido a un once por ciento, esto es una muestra de que cuando se quiere, se puede. Debemos proponernos que para el próximo lustro ya no haya más personas que no sepan individualmente nutrirse de los conocimientos que les exige la sociedad que conformamos.

Por respeto a nosotros mismos, a nuestra historia reciente, a nuestra sociedad, a nuestros hijos y a las próximas generaciones, la educación debe ser un tema de prioridad nacional.


Salomón Ureña B E L T R E.
Abogado.
salomonbeltre@me.com

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