Dr. Salvador Jorge Blanco: Adalid de la Democracia Dominicana.

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El Dr. Salvador Jorge Blanco, estuvo caracterizado por excelentes atributos de carácter personales, humanos y profesionales.

Este ejemplar ciudadano, quien luego de descender del solio presidencial, se fue a recluir a su residencia, a devolverse a sus orígenes, a llevar la vida de un ciudadano común, a ejercer su profesión de abogado y por esta razón tuvimos acceso a él por primera vez, cuando coincidimos en el Juzgado de Paz de la Primera Circunscripción del Distrito Nacional, situado en Ciudad Nueva.

Para nosotros, cuando apenas iniciábamos nuestro iter profesional de abogado, fue realmente sorprendente poder abordar a aquella encomiable personalidad quien asistía a una audiencia a la más ínfima instancia de la jerarquía de los tribunales nacionales, luego de ser presidente de la República, donde acudió a defender una causa de relativa poca significación con el mero interés procesal de tramitar una  comunicación de documentos. Allí el presidente Jorge Blanco estuvo acompañado solamente de un ayudante, quien vestido con indumentaria policial le hacía las veces además, de chofer.

Su sencillez, su accesibilidad y humildad vista por nos en aquel momento y tras comprobar posteriormente el mismo perfil en el modo de proceder en sus hijos: Orlando y Leticia, nos hizo apreciar con justeza la especial singularidad de lo que era aquel ser humano.

Reconocemos que respecto al Dr. Salvador Jorge Blanco llegamos a tener contrarios parecer cuando producto de la influencia que sobre nosotros ejercía el medio político y social, acentuado por la voluntad reaccionaria y controversial que adorna al ser humano en sus años de mocedad, tuvimos cierta inclinación por aquellos que le endilgan la comisión de actos contrarios a la ley, de los que posteriormente se comprobara y hasta confesado por algunos de sus acólitos, inclusive, que tales imputaciones de que fuera objeto en el pasado eran injustas, absurdas y abyecta.

Las luchas de intereses grupales dentro de su propio partido político y el sentido de permanencia que aspiraba mantener el liderazgo político nacional, se conjugaron para  descalificarle, utilizándose los más feroces medios y argumentos que finalmente lograron extirparle de la vida pública.

Con templanza y gallardía supo mantenerse en el anonimato al cual lo postraron sus opositores.

Hoy la mayoría del pueblo dominicano comprende que su obra de gobierno fue  trascendental para la vida democrática de la República.

Esta misma democracia a la que él desde sus años de plena juventud le vino aportando en tantos órdenes, que con coraje y decisión no cesaba de dejar constancia de su decidida y firme determinación de ser uno de sus protectores y defensores a ultranza.

El presidente Jorge Blanco mostró preocupación permanente por como transitaba la vida nacional, de manera que solía expresar sus opiniones sobre los temas sociales de actualidad. En la prensa nacional escribía y desarrollaba con especial profundidad lo relacionado al ámbito jurídico, los que dominaba con profusión; sus publicaciones eran esperadas con especial atención para conocer cuales eran sus posturas en relación a los acontecimientos suscitados. La mayoría de sus publicaciones están coleccionadas y editadas en las obras: Temas Para la Prensa, Archipiélagos de Intereses, Justicia y Prensa, etc. De igual manera se resaltan de su vida bibliográfica obras de importantes doctrinas jurídicas, las cuales devienen por igual en interesantes aportes para nuestra democracia.

A pesar de llegar a presidir una de las oficinas de abogados más prestante de la ciudad de Santiago, supo lidiar y enfrentar pública y privadamente los intereses de entidades y personas poderosas que de no haberlo hecho, él lo sabía, le hubieren significado mejores beneficios políticos y económicos.

Su período de gobierno coincidió con el Centenario de la traducción, localización y adaptación en nuestro país de los Códigos Franceses de la Restauración, para cuya ocasión desde su administración se realizaron importantes aportes, como fuera la ordenada mediante el Decreto 826 del 26 de febrero del 1983, la que instruía se preparara una edición oficial especial de los Códigos Civil, de Procedimiento Civil, Penal, de Procedimiento Criminal y de Comercio; de esta manera dejó de estar diseminada la legislación nacional, quedando compendiada hasta nuestros días, lo que ha venido a ser de mucha utilidad para todos los abogados en ejercicio.

Sus destacadas cualidades de hombre firme en sus propósitos, sosegado, cristiano y de sobrada humildad, lo hicieron convencerse desde muy temprano de lo esporádico de la vida y de todo lo que de ella resulta, por esa razón fue un presidente atípico en el ejercicio del poder, el pueblo dominicano lo recordará con especiales afectos.

Su sitial preferencial ya está fijado en nuestra historia tal como fuera despedido al ritmo de una salva de 16 cañonazos de entre nosotros, su digna y esmerada vida, la que entregó por la lucha en la defensa de los mejores intereses de la patria y de la democracia nacional, es la mejor recompensa, tras su muerte, para sus hijos que en estos momentos sobresalen como destacados profesionales y ejemplares ciudadanos.


Descanse en Paz, presidente Jorge Blanco.

Salomón Ureña Beltre.
salomonbeltre@me.com
Abogado.

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