El No de Mariano Rajoy a la Consulta Catalana

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En el mes de febrero último, el presidente del Gobierno español, el registrador de profesión, señor Mariano Rajoy, discursó en el sentido de que la Consulta que se estaba gestando para alcanzar la independencia de Cataluña sería aplastada antes de su génesis. El nueve de noviembre no sería un día histórico para España, decía.

El presidente Rajoy sostenía que durante su gestión en la Moncloa no se produciría un atentado de la vileza con la que se proponía Esquerra Republicana de Cataluña, de Oriol Junquera, CiU, encabezada por Arthur Más, y por el conglomerado organizado en la Asamblea General Catalana (CNC); quebrantar el estado de derecho español, amparado por la Constitución que abrió las puertas de la democracia a España, y mucho menos permitiría el desmembramiento de su territorio. 

De aquella fecha a la actual, todos nos hemos quedado en el limbo, esperando la respuesta contundente con la que se suponía se estancaría el proceso independentista. Los latinoamericanos que compartimos las mismas raíces greco-latinas que los españoles, esperábamos y aún lo hacemos, respuestas más contundentes que arrinconen la propuesta de los tres Caballos del Apocalipsis representados ERC, CiU y el CNC, todos encabezados en esta empresa, por Arthur Más.


Sin embargo de la genialidad del ingenio ingenuo del derechista Mariano Rajoy, que administra la deteriorada economía que según él recibió producto del mal gobierno encabezado por José Luís Rodríguez Zapatero, del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) -a cuyo secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba,  consiguió extinguirlo del escenario político, tras propinarle la más histórica de las derrotas contra este partido en las elecciones europeas recién cumplidas, el que optó por renunciar de su curul y de la posición que ostentaba como ejecutivo del que fuera en su momento el partido que introdujera, y por cierto tiempo cumpliera, el estado de bienestar en España.

Los que desde ultramar visualizamos la problemática que encierra este impase, incluyendo a la gran masa de españoles y de los propios catalanes que aspira a no seguir formando parte de España, inquieta la falta de exteriorización de las estrategias y de los mecanismos a ser utilizados para conscientemente estropear, sin crear mayores fricciones, la consulta pautada para el 9 de noviembre del 2014.

Quien si parece decidido en continuar con su agenda lo es Arthur Más, el que no obstante haber perdido el respaldo de una parte importante de ERC, la que nunca ha estado plenamente convencida de proporcionar la independencia de Cataluña sino por un referéndum, también lo ha perdido de parte de los empresarios catalanes organizados, los que han dejado claro en público que no respaldan los aprestos independentistas de Arthur Más, también lo ha perdido de una gran parte de la sociedad civil, quedándole una reducido pero influyente grupúsculo que aunque suelto, es muy consciente del proyecto avecinado.

Arthur Más que ha demostrado tener firmeza, se refugia en argumentos que lo hacen ver unas tantas veces díscolo, como lo es en el aspecto legal sobre el cual trata de versar la posibilidad de la Consulta. Las una veces se refugia bajo el Estatuto Catalán, si le conviene, y las otras veces, lo hace sobre el aspecto de lo indicado en la Constitución del 1978, la que parece no le da cabida, en principio, por aquello de la unidad del territorio., según lo previsto por su Artículo 1ro.

Hasta la fecha no hemos observado ningún interés de acercamiento inspirado por el gobierno con cede en Madrid, por entender este que no debe negociar con quien no respecta el marco jurídico previsto en la constitución.

Amparado en el argumento de que la Constitución de 1978 le impide a los independentistas catalanes arriesgarse en su proyecto sin violentar el cerco legal, es que parece que el gobierno de Rajoy pretende hacer desistir de sus intenciones a quienes promueven esta revolución que amenaza hacer desertar de la más vieja nación europea, la tierra donde nació y desarrolló sus máximas potencialidades, el máximo exponente del modernismo, el arquitecto Antoni Gaudí.

No hay justificación para que desde el gobierno central se haya tolerado se transgredieran tantas barreras institucionales. Cómo no haberle puesto cara a la llamada ANC, el brazo impulsor y ejecutor de las estrategias independentistas, y la más certera en sus propósitos, la que ha estado organizando en el marco de una campaña de actos previos a la Diada del 11 de septiembre, lo que vendría a ponerle la tapa al pomo a este proceso. 

Es muy probable que Mariano Rajoy insinúe, por lo menos, lanzarse a una repostulación para presidir un nuevo mandato presidencial en las próximas elecciones generales, nos resta aguardar si permitirá que los votos de Cataluña no se les cuenten por no haber sido diligente en impedir la separación y su conversión en Estado libre a Cataluña, que es lo propio decir haber permitido se violentara en sus propias narices la constitución sobre el cual se sustenta su propio poder.

La siniestralidad que resultaría de producirse finalmente la consulta referente al estatus político de Cataluña, que es lo mismo decir la cuarta economía de las autonomías españolas, caería como una baldón de agua fría sobre una sociedad que no obstante sus múltiples dificultades se esfuerza por mantenerse unidad en su conjunto.

La búsqueda de un Estado Catalán más justo y próspero es el fundamento sobre el cual versan los independentistas su proyecto de separación, o lo que es lo mismo aislarse de una España que atraviesa difíciles senderos de miserias, la que al día de hoy exhibe un desempleo del 26%, y que entre los jóvenes sobrepasa el cincuenta por ciento.

De no existir la exhibición y puesta en marcha de los mecanismos legales, tales como recurrir la decisión de la consulta ante el Tribunal Constitucional, así como procurar un cerco mediático importante, provocando una campaña promovida con tal impulso que socave las bases de sustentación de la barbarie independentista que se insinúa, se estarían facilitando los medios que obliguen al uso de la de la fuerza estatal, para impedir lo que ya parece una realidad.

No puede, por orondo que le sea el respaldo legal que le confiere la constitución al presidente Mariano Rajoy, que éste se duerma en los laureles. Su función ha debido ser la de impedir a toda costa que ocurra la Consulta. Las respuestas no deben hacerse esperar por un presidente que se puede estar jugando su propio destino político de no tenerle respuestas inmediatas a este tema de crucial relevancia para la estabilidad política y territorial de España.


Salomón Ureña BELTRE
Abogado - Notario.
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