En el mes de febrero último, el presidente del Gobierno español, el registrador de profesión, señor Mariano Rajoy, discursó en el sentido de que la Consulta que se estaba gestando para alcanzar la independencia de Cataluña sería aplastada antes de su génesis. El nueve de noviembre no sería un día histórico para España, decía.
El presidente Rajoy sostenía que durante su gestión en la Moncloa no se produciría un atentado de la vileza con la que se proponía Esquerra Republicana de Cataluña, de Oriol Junquera, CiU, encabezada por Arthur Más, y por el conglomerado organizado en la Asamblea General Catalana (CNC); quebrantar el estado de derecho español, amparado por la Constitución que abrió las puertas de la democracia a España, y mucho menos permitiría el desmembramiento de su territorio.
De aquella fecha a la actual, todos nos hemos quedado en el limbo, esperando la respuesta contundente con la que se suponía se estancaría el proceso independentista. Los latinoamericanos que compartimos las mismas raíces greco-latinas que los españoles, esperábamos y aún lo hacemos, respuestas más contundentes que arrinconen la propuesta de los tres Caballos del Apocalipsis representados ERC, CiU y el CNC, todos encabezados en esta empresa, por Arthur Más.