La
muerte que se le causara a William Florián Jiménez, un joven estudiante de apenas veintiún años en medio del campus de la Universidad
Autónoma de Santo Domingo (UASD), a manos de un miembro de la Policía Nacional es
un hecho que debe ser profundamente indagado no sólo para someter a la justicia
a quienes han sido los causantes de tan vil y horrendo asesinato, sino para
identificar los posible móviles que pueden estar tras su ocurrencia.
William
Florián Jiménez, al igual que el actual Presidente de la República, había llegado
de su provincia natal, San Juan de la Maguana, al cual no se le puede imputar
que era un cabeza caliente, y aunque lo fuera, no justifica el crimen cometido
en su contra, a quien se le coartó toda posibilidad de fructificar y darle a la
comunidad la vastedad con que fue concebido por creación divina.
William
Florián Jiménez que había elegido la facultad de humanidades y dentro de ella,
la más noble y sacrificada de las profesiones humanas, la medicina, fue llevado
a la tumba, llevándose consigo la promesa que engendraba su ya prolífico
trayecto existencial. Florián Jiménez pudo llegar a ser tan importante como la
figura misma del actual Presidente de la República, bien un Dr. Soldevilla, un Puello
Herrera, en fin, uno tan útil a la sociedad como bastardo es el que lo ultimó.
Es desgarrador para la sociedad, para la UASD, y ni
imaginarnos lo que implica para la familia de William Florián Jiménez, su pérdida. Como estos
hechos delictivos están afectando de manera desconcertada el discurrir de
nuestra sociedad que aspira tener mejores niveles de convivincia cual lo
perseguía con su responsable actuación éste joven, quien apelaba a los recursos
de que depende para expresar sus inconformidades con el actual estado de cosas
que prodominan en nuestro medio, todo en procura de colaborar en que todos
tengamos una mejor nación.
Ya
lo decíamos recientemente que la jornada de protestas que encabezan ciertos
grupos de presión podrían traer engendrada la pecaminosa encomienda de producir
hechos tan deleznables como el que enfocamos en esta entrega.
No
hay un sólo sector nacional que deba ser excluido de las investigaciones que
procuren esclarecer la muerte de éste aún mozalbete. Existen grupos de
facinerosos, algunos de los cuales no tienen ya cabida en el articulado y
complejo contexto social nuestro que estarían alimentando un descarrilamiento
de la quietud ciudadana. Estos forajidos
se frotarían las manos al ver reducida a cenizas nuestra estabilidad todo con
el deliberado despropósito de fomentar las ganancias de sus particulares intereses.
Se
sabe a viva voz que son variopintos los sectores de la vida nacional a los que
no les vendría nada mal la ocurrencia de levantamientos sociales, altercados
que conlleven intranquilidad ciudadana, hechos bochornosos, derramamiento de
sangre inocente.
El
presidente Danilo Medina y el grupo que le acompaña en su gobierno deben estar
alertas de estas eventualidades de manera no quede maltrecho el camino que le
toca transitar.
Los
cánones legales de la República les brindan al Presidente Constitucional las
herramientas para asumir con responsabilidad los embates que se les quieren propalar desde cualquier esfera.
El
derecho a la protesta, bien se sabe está protegido y garantizado por la Constitución
de la República y por sus leyes, su uso no debe estar proscrito por ningún
accionar incluyendo el de los propios grupos de presión que solapadamente
utilizan este instrumento para fragilizar nuestra institucionalidad. No
obstante, deben cuidarse sus métodos y quienes las promueven.
No
nos satisfacen las excusas, ni las deshonras de siempre, ya de estos
estamos hartos, aspiramos para los autores y promotores de la muerte de William
Florián Jiménez, su sometimiento a la acción de la justicia y con ella les apliquen los suplicios más categóricos a cargo de su propia existencia
a titulo de sanciones verdaderamente ejemplarizantes.
Salomón
Ureña B E L T R E.
Abogado.
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