Sicariato y la muerte el Oficial Casilla Minaya

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“Cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo”.
Refrán proverbial de corte popular.

Hace apenas menos de una semana cuando nos vimos obligados a expresarnos sobre la tarea de asesinar a diestra y siniestra que el sicariato se ha propuesto en nuestro país, en aquel tiempo nos referíamos al tema en ocasión de la muerte a tiro de que fuera objeto uno de nuestros abogados.

Entonces decíamos que debe ser interés de las autoridades obrar de manera decidida para enfrentar a esta horrenda actividad que le trae tanto desasosiego a toda nuestra comunidad.

Precisamente una semana después de nosotros hacernos eco de la noticia que daba cuenta de la muerte del abogado Luis Felipe Espertín Citronelli, a quien no conocíamos en su ejercicio profesional, hoy nos afecta, otro hecho de igual magnitud al producirse con iguales métodos el crimen que le arrebatara la vida al teniente coronel Virgilio Casilla Minaya, adscrito para el desempeño de sus funciones al Departamento de Asuntos Internos de la Policía Nacional.

Este dramático acaecimiento, empaña desde ya la gestión del actual jefe policial, y no decir si éste no le da una inmediata y contundente respuesta a la comunidad sobre las circunstancias reales que precedieron al asesinato de este articulado oficial, de quien se dice que para cubrir el presupuesto familiar debía hacer las veces de maestro, cuya integridad estaba certificada por todos quienes le conocían, lo que parece ser cierto, por la manera en que la prensa ha relatado sobre su modo de vida.

Ya decíamos que de no afrontar las autoridades con decisión, determinación y con la prontitud requerida este mal, podría tomar tanto espacio y vitalidad que ya nadie podría sentirse seguro ni en su propia casa. Hoy día ni las autoridades pueden decirse protegida frente a los atrevimientos y osadía con que se mueve el sicariato entre nosotros. La misma autoridad reconcentra su nivel de protección individual en procura de distanciarse de las eventualidades que hoy con tanta vulgaridad produce esta industrial criminal, mientras que el conjunto social más poblado carece de los medios para defenderse. 

Figúrese que ahora el sicariato le ha dado de lleno y de frente a las autoridades públicas nacionales con la muerte de este alto oficial, este que resulta ser nada más y nada menos que hermano del actual titular de la Oficina del Abogado del Estado, persona esta muy allegada al propio procurador General de la Republica y por sus funciones, vinculado a los más altos estamentos del poder y del gobierno del Presidente Leonel Fernández.

Se tiene tanta certeza de que este evento fuera planeado y producido por el sicariato que el propio Procurador General de la República, Dr. Radhames Jiménez Peña, dijo desde la funeraria donde se realizaban las honras fúnebres del oficial caído que: “…Todo parece indicar que el asesinato del meritorio policía, fuera consumado y patrocinado por el sicariato, este hecho vil que tendrá consecuencias para aquellos que lo motivaron y ejecutaron, fue ideado por esa descomunal estructura de maldad que ha montado en sicariato entre nosotros”.

De su parte, el jefe de la Policía Nacional ha dicho a los delincuentes que ocasionaron la muerte del meritorio oficial que: “se entreguen o de lo contrario se hará tal para cual”. Y no es para menos, se ha obrado con demasiada osadía, la respuesta debe ser contundente.

Debe procurarse que desde el cuartel no se impidan que las investigaciones sobre la muerte del destacado oficial Casilla Minaya, lleguen hasta las últimas consecuencias, a los fines de lograr identificar y poner bajo el imperio de la justicia todos los que participaron en esta fatídico acontecimiento.

La delincuencia no nos puede ganar, no le puede quitar el aire de libertad y de paz de que debemos gozar todos los dominicanos.

Evitemos la colombianización a que nos quiere llevar el crimen organizado. Enfrentémosle con coraje, ahondemos en los recursos técnicos necesarios en procura de que por falta de ellos no puedan identificarse los culpables de la muerte del oficial, ya hoy anda acercándose el crimen por paga hasta por el frente de nuestros propios hogares. No lo permitamos.


Salomón Ureña Beltre.
Abogado.
Salomonbeltre@me.com

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