Esa muerte hay que investigarla.

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En nuestras propios narices se nos deteriora la nación, observamos como la criminalidad ha cambiado la agenda del país, y con ella la de todos los dominicanos. Al momento de disponernos a redactar este escrito, teníamos previsto tratar un asunto técnico jurídico que entendíamos era de importancia para los lectores de nuestro blog, sin embargo, debido a la pesadumbre que se ha asentado entre nosotros, aquella que consigna muerte, nos obliga a supeditar nuestras pretensiones para dedicarle a este tema nuestras atenciones.

Los medios de prensa de circulación nacional tienen en el día a día suficientes materiales de violencia, de sangre, de muerte que mostrar en sus primeras planas y más en sus páginas interiores, la delincuencia se galantea por doquier, se expone en grandes olas, ella nos ha arropado.

Las transgresiones que hoy nos afectan se llevan de encuentro a buenos y malos, pobres y ricos, hombres y mujeres, niños y jóvenes, ella no para en su derrotero. A través de ella siguen muriendo seres humanos fruto de las ardides programadas por algunos sectores que se empeñan en llenar de sangre a la sociedad dominicana.

Sin importar su condición, la vida de los seres humanos debe estar garantizada por encima de cualquier otro factor, sin importar su situación, el Estado debe velar por la protección y disfrute del sagrado derecho vital, no debe tolerarse ni pasarse por alto, ninguna manera en que acontezca la muerte de cualquier ser humano cuando esta está en duda de por qué se produjo.

El germen de la delincuencia ya no es exclusivamente por la pobreza de nuestros barrios, esta ha tomado ribetes de mayores consideraciones y estadios, hoy tenemos, una verdadera industria del crimen donde coexisten las luchas de intereses  grupales, económicos y empresariales.  Todo esto nos ha llevado a tener un promedio de lo que va de este año 2011, de tres asesinatos por día. Estas muertes se producen en diferente escalas sociales, en diferentes sectores de la vida nacional, no se diferencia si la muerte tal se produjo fruto del latrocinio del sicariato o no, de lo que si está consciente es que hoy los primeros indicios hay que buscarlos detrás de este terrible fenómeno.

La semana pasada por ejemplo, hubo dos muertes desgarradoras, la una tiene que ver con la asesinato de un ciudadano venezolano, ocurrida en un hotel céntrico de la ciudad en frente de autoridades policiales inclusive, y para peor, ocurrida mientras transitaba por el sector la escolta del vicepresidente de la República. De este hecho no existe la menor dudas de que fuera patrocinado por el sicariato. La otra muerte tiene que ver con el recluso -hoy interno- José Luis Montas –el Duro Motor-, de la que por su naturaleza debe ser especialmente abordada.

El fallecimiento de José Luis Montas –el Duro Motor-, es un hecho que debe ser cautelosamente investigado, para que se determinen las causas reales que incidieron para que se produjera su deceso. Este es otro desafío que deben encarar las autoridades nacionales.

Este ciudadano que guardaba prisión, por habérsele encontrado culpable de los hechos que se les imputaban sobre su participación en los sucesos que condujeron a la muerte a seis ciudadanos colombianos en Paya, Bani, por lo cual fuera condenado a treinta años de prisión, sentencia que al momento de su muerte era objeto de un recurso de apelación, fue sorpresivamente diagnosticado con una supuesta enfermedad del tipo de hepatitis C, que por habérsele tratado con lo que parece ser conveniente negligencia por el personal de la prisión donde éste estaba recluido y luego por las carentes atenciones médicas mostradas por los galenos del centro hospitalario donde fuera finalmente internado, su muerte pasó a ser una especie de incógnita para la colectividad nacional.

No hay que ser muy perspicaz para concienciar que sobre esta muerte se tejen grandes marañas y muchos intereses habrán de haber concertado las maquinaciones que produjeran finamente la defunción de José Luis Montas –el Duro Motor-.

Solo los irresolutos podrán darle una lectura de insignificancia a este hecho.

Los propios familiares de la victima han hecho pública su opinión sobre la muerte de José Luis Montas –el Duro Motor-, y han dicho que la misma fue fruto de un asesinato.

El mismo presidente de la República, conocedor del significado de hechos de esta naturaleza, instruyó a los cuerpos especializados investigativos de la nación a que realizaran las pesquisas con las que se dieran los resultados reales que condujeron al acaecimiento de este hecho. De igual manera se ha manifestado Monseñor Nicolás Cardenal López Rodríguez.

Hasta ahora, los familiares de José Luis Montas –el Duro Motor- y la ciudadanía aguardan los resultados toxicológicos del Instituto Nacional de Patologías Forenses, el cual es un centro donde la técnica médica está muy bien valorada así como su credibilidad. Con los resultados ofrecidos vendrá a traerse el convencimiento de lo que ocurrió con este ciudadano y con ello la paz que todos necesitamos tener.  

Los dominicanos debemos prestarle suma atención a estos hechos, porque como ya hemos indicados en otras ocasiones, no durará mucho en que semejante situaciones nos ocurran en nuestras propias casas a cada uno de nosotros.


Salomón Ureña Beltre.
Abogado.
salomonbeltre@me.com

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