El Canal de Panamá.

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Es un consorcio de empresas liderada por la española SACYR el que tiene a su cargo la reconstrucción que implica la ampliación a dos exclusas adicionales, el Canal de Panamá.


Ya antes le correspondió a los Estados Unidos de Norteamérica, exponer al mundo los más altos niveles de desarrollo alcanzado en la técnica de  construcción de obras de semejante calado, cuando al imposibilitarse Francia optó por proseguir la construcción de esta ambiciosa obra que suponía además de la muestra de su fastuoso desarrollo tecnológico, alcanzar lo que le suponía amurallar su economía con los cuantiosos beneficios tantos comerciales como geopolíticos que los mismos le proporcionaría.

Esta obra significó en sus orígenes el más grande objetivo de construcción jamás soñado por la humanidad porque con ello se intentaba comunicar a dos grandes océanos a través de los cuales se movería en menor tiempo una mayor cantidad de mercaderías, cuyos beneficios inmediatos han sido recogidos principalmente por los propios Estados Unidos de Norteamérica, quienes tuvieron a su cargo su administración durante sus primeros setenta y cinco años, luego de serles concedida tal gracia a perpetuidad inicialmente en 1914 hasta 1999.


Cien años después de la inaugurada esta mega obra, con funcionamiento diario de 24 horas, las autoridades del Canal de Panamá llamaron a una licitación pública internacional para que empresas comprometidas concursaran para la ejecución de los trabajos de su ampliación, la que finalmente se le asignó al consorcio de empresas presidido, como hemos dicho por SAYCIR, matriz española que como tantas otras de esta nación europea se han ganado el mérito internacional de ser vanguardista en la aplicación de tecnología de obras de tales magnitudes.

El consorcio de empresas, luego de tener un plazo más o menos prudente al frente de la obra, se destapa recientemente con que no puede continuar con los trabajos debidos a que las autoridades del Canal le facilitaron informaciones incorrectas y que por ello se debían modificar con creces las estimaciones iniciales pautadas, debiendo recaer, según la SACYR, sobre los propietarios, todo el peso de la falta acometida, el cual suma algunos 1,600 millones de dólares.

Podría ser cierto el alegato que manifiesta tener SACYR para paralizar la consecución de la obra, como también es muy cierto que con esta actitud, esta empresa afecta su credibilidad comercial, baja su cotización en bolsa, como en efecto ha ocurrido, así como que pone en riesgo la marca España, producto por lo cual, tan pronto se dio a conocer la noticia que arropó a la prensa internacional, el gobierno presidido por derechista Mariano Rajoy, procedió a tomar la medida certera, loable, y con alto sentido de responsabilidad de enviar a negociar el trance surgido tanto con las autoridades del Canal como con la empresa SACYR, a su ministra de fomento, la señora Ana Pastor.

Detenida la obra significa una gran perdida proyectada que oscila en los trescientos millones de dólares anuales, lo que implica que debe ponerse en marcha una amplia estrategia que involucren a los Estados a los que pertenecen las empresas comprometidas, tales como Italia, Estados Unidos de América, España y la propia Panamá de manera poder superar este escollo. Destinar las cargas económicas como pretende SACYR a costa únicamente del país centroamericano es una aventura que las autoridades no están dispuestas a recorrer.

Esta situación puede desbordar situaciones inesperadas, crear apetencias en círculos de intereses internacionales que ni las autoridades del Canal están dispuestas a tolerar ni los Estados Unidos de Norteamérica a transigir, este último como el mayor afectado de todo lo que se avecine contrario a las expectativas creadas en estos momentos en relación al tema.

Y es que como se sabe, China amenaza con construir a través de Honduras una franja de mayor calado de intercomunicación entre los dos océanos, lo que podría convertirse en una seria amenaza para los intereses del Gigante del Norte en su lucha por el liderazgo de comercio internacional, y ya en esta ocasión del comercio regional.

Las naciones y las empresas que suelen utilizar esta vía de transporte de mercaderías a nivel global ya han encargado a los astilleros la construcción de las embarcaciones de mayor capacidad que exige la nueva estructura del Canal, cuyas inversiones son de por si astronómicas, por lo que de no buscársele una pronta salida al impase que ha ocasionado la interrupción de las obras podrían estárseles afectando muy seriamente sus intereses, lo que como es natural, hará que se haga más urgente la búsqueda de una salida al percance que ha ocasionado detener el avance de las obras en el Canal de Panamá.

Salomón Ureña Beltre.
Abogado – Notario.
Wamcho’s father
809-353-5353
@salomonbeltre

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