Dos Oficiales Caídos Fruto de Negligencia Operativa.

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Es altamente preocupante el tratamiento que reciben en nuestro país las víctimas de accidentes ocurridos en las vías públicas. No obstante la vigencia de importantes mecanismos legales que con su aplicación podrían evitarse pérdidas de vidas y bienes, los mismos no son aprovechados por la conocida desidia de los responsables en su cumplimiento.

Leyes como la 136-80, sobre Necropsia Judicial, que traza algunas de las pautas a seguir en el socorro a las víctimas de accidentes, son olímpicamente inobservadas por las autoridades correspondientes.

El drama se hace más tétrico en episodios que revelan que ni siquiera institutos que se suponen deben tener mejores pericias funcionales como la Policía Nacional, no cuentan con las herramientas e instrucciones precisas para afrontar eventualidades como la ocurrida recientemente en la que falleció un oficial de alta promoción, de reconocida templanza, carácter y humanidad.


Nos referimos al acontecimiento del mes de abril último en el que la comunidad nacional quedó estupefacta hasta la conmoción al saberse de la muerte violenta del adscrito a la Unidad Preventiva de la Policía Nacional, el Coronel Julián Suarez Cordero, en un hecho que a nadie le puede parecer accidental, por cuanto, quién si no este cuerpo del orden por “antonomasia” sabe como detener hasta lograr someter a la obediencia a las masas, como la estudiantil, que producto de las insatisfacciones que suelen sufrir, se manifiestan alardeados, en los alrededores de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Del suceso comentado se sabe que el coronel Julián Suarez Cordero, luego de ser mortalmente herido, permaneció algunos quince minutos tirado en el pavimento, sin recibir ningún tipo de auxilio médico, y que finalmente para remitirlo hasta un centro de atención, sus compañeros de faenas se valieron de una camioneta en cuya parte trasera, lo tiraron, sí, literalmente lo despacharon allí, sin tenerse el más mínimo cuidado que ameritaba su delicado cuadro clínico.

Pero la anterior no es sino una simple muestra de las tantas que se observan a diario en los diversos medios; la misma se toma como referencia obligada por la trascendencia que arroja el evento, ya que ha de suponerse que siendo la Policía Nacional un cuerpo especializado, que cuenta con los recursos económicos, técnicos y profesionales óptimos para delinear estrategias y tácticas tendentes a hacer más eficiente sus funciones.

Y es que vale preguntarse cómo se ejercita un desplazamiento de una unidad preventiva como a la que pertenecía el malogrado oficial con miras a disuadir se produzcan atentados contra la paz pública sin estar franqueados, sus operativos, de unidades médicas y de transportes adecuados para contrarrestar las emergencias que ocurran.

No nos parece lógico que la Policía Nacional no cuente con las indumentarias, equipos y herramientas, pero que tampoco con los adiestramientos básicos para enfrentar eficazmente  eventualidades de socorrida normalidad.

La muerte del Coronel Julián Suarez Cordero, debe significarle un punto de partida a los actuales jefes departamentales de esta institución para implementar medidas que hagan de sus funciones y diligencias, un cuerpo más y mejor tecnificado, con capacidad de detener ataques sin valerles sacrificios como la baja acaecida contra el admirado y reconocido hombre de bien.

Valdría preguntarse si la muerte al otro oficial, el Teniente Coronel Luís Geraldo Feliz Castillo, acaecida el pasado día lunes cuatro de noviembre en Barahona, mientras buscaba para capturar en la madrugada a delincuentes que asesinaron a un motoconchista, pudo haberse evitado de tenerse delineado mejores planes operativos.


Salomón Ureña B E L T R E.
Abogado – Notario.
Wamcho’s father
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www.salomonbeltre.com

@salomonbeltre

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