Si algo bueno ha dejado la crisis del Partido
Revolucionario Dominicano (PRD) es que una vez resueltas las diferencias que
actualmente lo distancia de la concordia entre sus correligionarios y del poder,
se habrán de crear los mecanismos institucionales que impidan en el futuro
exponer a este Partido a situaciones de tanto descredito.
Esta crisis nos ha reiterado que la irracionalidad humana
no tiene límites cuando las ambiciones individuales se presentan, y donde la
cordura sucumbe ante la defensa de los intereses particulares, no obstante se
vean afectados los derechos de las mayorías.
Este Partido que no ha sabido comportarse a la altura que
le exigen las circunstancias, no ha estado cumpliendo con su deber, que es
estar constantemente, entre otros, incidiendo en las propuestas que
posibiliten la aplicación de políticas que mejoren la calidad de la convivencia
humana y que acrecienten los niveles de vidas de todos los dominicanos.
Pareciera que son improvisados los que han venido a dirigir
los destinos de este trascendental Partido, que no se han dado cuenta que su
accionar contrario a todo espíritu de su supervivencia, ha quebrantado
profundamente la suerte de tantos dominicanos que muchos han optados por
apartarse del interés por la política y de sus protagonistas.
El PRD ha perdido toda credibilidad en el escenario
social, su miserable accionar lo ha convertido en el hazme reír de la política
dominicana, hasta el extremo que ha estado mermando el respaldo con que otrora
contaba de parte del electorado.
Deben entender quienes se han abrogado la titularidad de
protagonismo excesivo para postrar a este Partido, que su militancia no se
merece tanta veleidad, mucho menos el país que siempre ha entendido tener en el
PRD una vía de respiro para los males que lo afectan y a sus ciudadanos.
A estas alturas no solo es la militancia del PRD la que
debe levantar su voz de protesta ante el quiebre de su institucionalidad a la
cual lo han llevado sus “actuales líderes”, es ya el país que debe decirle basta
ya de tantas contrariedades, y eso puede hacerse perfectamente, identificando
la modalidad que haga posible detener la inyección de recursos provenientes de
la ley que le acuerda subvenciones a los partidos políticos, de la cual esta
parcela partidaria obtiene tan significativos emolumentos.
El PRD ha sido la gran reserva nacional, sin esta organización
no podrá hacerse sana política en nuestro país, no habrá en el espectro social nacional
alternancia positiva, el contrapeso que implica su posicionamiento lo hace ser
un activo de crucial importancia para el sistema plural partidista que aun se
intenta mantener y que sobrevida en nuestro país. El PRD es una herramienta
vital para el sostenimiento de la democracia dominicana.
La falta de oposición proveniente del PRD ha hecho que
tantísimos proyectos de leyes sean aprobados sin el contrapeso necesario que representan las fuerzas de este Partido,
y que otros tantos objetivos sensibles de la vida comunitaria hayan sido
ejecutados sin la debida apreciación de los miembros políticos que interactúan
a lo interno de esta razón política.
Al PRD se le exige, desde esta tribuna, cumplir con su
función social y ciudadana, en la actualidad se le conmina a desempeñar su
papel de oposición que actualmente le corresponde, sin la cual podrá subsistir la
democracia dominicana.
Una vez se tenga la oportunidad de pasar balance a la crisis
del PRD, sus resultados reflejarán perdidas incalculables a todo lo largo
y ancho del país, muy especialmente en los aspectos institucionales.
Ese PRD que no ha sabido comportarse como se espera, debe
enterarse que su militancia no es la única perjudicada producto de sus
necedades, es del país en su conjunto el que ha sido malogrado en sus
expectativas.
Salomón Ureña B E L T R E.
Abogado-Notario.
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