Las exigencias sociales han volcado al gobierno de turno a
tener que aplicar la disposición de la ley que ordena y designa el cuatro por
ciento del presupuesto de la nación a la educación.
Personalidades del más alto nivel del pensamiento
nacional, incluyendo a integrantes del poder político, científicos, periodistas,
comentaristas de diferentes áreas del saber, incluyendo a dirigentes del
magisterio, han reiterado que los recursos que se derivarían de destinar del
presupuesto los porcentajes previstos, resultarían exorbitantes para las
necesidades que deben ser saciadas en el sector de la educación, de manera que
no se sabría que hacer con tantos recursos.
Se olvidan éstos protagonistas del quehacer nacional que las carencias de que adolece la
educación pública dominicana son tan significativas, palpables e inusitadas que
además de tantos otros quebrantos, tenemos que afrontar y hacer desaparecer
el altísimo índice de analfabetismo que padece nuestro país, llegando a casi el
40% de la población que no sabe leer ni escribir. Este simple cuadro es bastante sintomático como para hacer variar este para nosotros errado parecer.
Se requiere pues invertir en tantísimas áreas de la
educación que dudamos que los recursos que serán destinados del presupuesto general de la nación, serían suficientes
para dejar zanjada esta tan grave problemática, que se traduce en una enorme brecha entre los que tienen acceso a una buena educación respecto de aquellos que no la tienen.
Un caso muy particular que queremos resaltar es el que se refiere a la inversión que se le debe destinar tanto a la radio como a la televisión estatal, las que carecen de todos
los medios que las califiquen de medianamente buenas. Estas no son más que deplorables mamotretos que no hacen sino desdeñar los pocos recursos que le son
facilitados y que no devuelven en parabién lo invertido. La Corporación de Estatal de Radio y Televisión (CERTV) como entidad pública con
presupuesto autónomos no es más que una entelequia que sólo sirve para
enriquecer en fama y en bienestar económicos a unos pocos.
La televisión estatal sería un excelente instrumento de
difusión masiva a través de la cual se podría, entre otro, trasmitir una
programación fundamentalmente educativa a la población y no persistir como
hasta ahora en una agenda vacía, insignificante, sin objetivos claramente
definidos, donde ni siquiera sobresalen los que tras bastidores actúan ni los
que por méritos allí trabajan.
Cuan lejos de premiaciones tanto locales como extranjeras
está esta red de radio y televisión nacional.
Estas frecuencias deben ser extraídas de sus contextos puramente
político partidista, beneficiosa solo para quienes detenten el poder de turno y de aquellos que se generan sus influencias, y
destinarlas a realizar una labor de fuerte transcendencia a favor de toda la
colectividad.
Como dependencia pública, a la Corporación de Radio y
Televisión Dominicana, hay que sujetarla a un método de administración y
control que la hagan más eficiente en sus tareas, ora asignar su frecuencia a
la universidad pública ora al Ministerio de Educación o a uno cualquiera
vinculante al sector de manera se pueda obtener mejores resultados de sus
frecuencias.
Tanto la educación, la investigación, la información, la
política, etc., son nichos que debe explorar y difundir la televisión estatal
de manera que tanto los estudiantes, profesores, profesionales, científicos,
historiadores, etc., puedan transmitir sus ideas, y publicar los adelantos y
resultados de sus investigaciones.
Algunos de estos recursos pueden ser destinados para la
implementación de la nueva ley de cine, la que en esta oportunidad podría de igual
manera beneficiar a los que con tanta fe, dedican sus esfuerzos a esta arte,
con el sólo hecho de poner a su disposición estos canales y frecuencias.
Bien se sabe que una de las metas del actual gobierno es
erradicar por completo el analfabetismo, lo que hará algo difícil mantener el
conocimiento que adquieran los nuevos letrados, de modo que una manera efectiva
para asegurar una educación continua a los recién alfabetizados es tener
disponibles estos canales de comunicación provenientes de las frecuencias de
radiodifusión estatal.
Salomón Ureña B E L T R E.
Abogado
– Notario.
809
353 5353
Totalmente de acuerdo. Te felicito :)
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