Descuidos de Las Obras Públicas de los Pueblos

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Recién conversaba con el jurista Blas Minaya en el programa radial Reflexión Jurídica sobre las condiciones en las que se encuentran gran parte de las obras públicas de diversas comunidades del interior del país, y más específicamente del siempre olvidado sur.

Nos lamentábamos sobre el estado de abandono en el que la mayoría de las obras físicas se encuentran, dando la noción de que no hay quien vele en favor de mantenerlas reparadas, atractivas, ornamentadas, y decorosas. Ya no existe el orgullo local de mostrarse auténticamente pueblerino, de pertenecer a la comunidad más engalanada, ejemplar, etc. 

Sus autoridades ya no se preocupan por dejar un legado de haber pasado por las mismas. Su mayor preocupación es el engrosamiento de sus cuentas bancarias, de manera les brinden la mejor calidad de vida, de por vida. Este fenómeno se da sin escasa excepción, sin que se produzcan consecuencias que creen precedentes que inviten a reducir estos menoscabos.

Bien recordamos cuando nuestra madre, Silvia Beltre, de pequeños nos llevaba de paseo junto a mi hermano Bienvenido Alfonso+, por algunos de nuestros pueblos. Que vistosos y hermosamente decorados solían estar las fachadas de los monumentos que franqueaban sus entradas, estos llamaban la atención de sus visitantes. Por estar tan dignamente adornados, nos daban la idea de que el interior de esas comunidades gozaban de igual condiciones de remozamiento. Los frontispicios pueblerinos daban el deseo de volverse a ellos tan prontos nos desmontábamos en las paradas de autobuses.

Hoy, por el contrario, cuanto descuidos se observa. Hay una muestra de ausencia total de compromisos sociales de sus comunitarios, incluyendo de sus propias autoridades, muchas de las cuales adolecen del criterio de lo que verdaderamente significa ostentar la posición de alcalde, o de regidor, y peor aún, en muchos casos, los mismos habitantes no han sabido empoderarse de los derechos de que son titulares para exigir mayor compromisos social de todos quienes tienen que incidir en el desarrollo de las mismas.

Los descuidos a que están sometidas las obras públicas de las comunidades pueblerinas, no se las podemos atribuir a la calidad del presupuesto que reciben los ayuntamientos, sino más bien al desdén de sus autoridades, a su comprobada incompetencia, a la falta de objetivos concretos y socialmente bien definidos. Es al uso desordenado y antojadizo que hacen de los recursos que les son asignados, uso que muchas veces se hace contrario al mandato de la ley, mismos recursos que suelen quedarse entre las uñas de sus autoridades.

Muestra de que los recursos del erario que le son asignados a los ayuntamientos son destinados a usos reprochables, es como gran parte de funcionarios electos de las comunidades han sido sometidos a la acción de la justicia por peculado, por corrupción de la más baja calaña, incluyendo algunos a los que se les reconocen otrora riquezas, como es el caso de un ex-pelotero de grandes ligas, ora el caso del alcalde de San Francisco de Macorís, el que para pasearse por las calles de su comunidad debe hacerlo con guardaespaldas, sin dejar de mencionar al edil de la Romana. 

Ver como las autoridades municipales gestionan los cobros de los arbitrios, muchas veces sin cuantificar como el peso de estas cargas ejercen presión sobre el contribuyente, sobre sus negocios, y hasta sus propios bienes, los cobran en pleno ejercicio del mandato de la ley, dicen, y sin la consideración del justo proceder, cuyos recursos son destinados, en la mayoría de los casos, a asuntos de poco interés social, sin dar las debidas cuentas a sus comunidades y lo peor es que estas no suelen pedirlo.

La ausencia de políticas administrativas especificas a favor de las comunidades se puede notar en el avanzado estado de deterioro de sus calles, sus caminos vecinales, las estructuras físicas de las plazas y dependencias públicas, sus mercados públicos, parques, cementerios, etc. 

Nuestros pueblos gozan de belleza natural esplendorosa, aunado al calor humano encantador, y cordial de sus gentes, activos que bien pueden ser aprovechados para atraer mayor número de visitantes, crearles las condiciones para que gasten más y mejor, lo que redundaría en mayores ingresos para estas comunidades, sus habitantes, y un aumento en las captaciones por concepto de tributos, que de ser bien administrados podrían destinarse algunos para mejorar las condiciones de todas sus estructuras físicas, por demás.


Salomón Ureña BELTRE.
Abogado

Jun 23, 2015.

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