No era el momento para tramitar ese préstamo, tampoco para su otorgamiento.

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Que el ingeniero Miguel Vargas Maldonado haya sido favorecido con un préstamo otorgado por el Banco de Reservas de la República Dominicana, por un monto que ronda los casi quince millones de dólares, no es cosa que a nadie deba sorprenderle; bien se sabe que éste es uno de los empresarios más próspero con que cuenta la industria inmobiliaria de nuestro país, y que como consecuencia de ello posee los recursos económicos suficientes para garantizar su pago bajo las condiciones normales en que este tipo de operaciones suelen ser contratadas.

Lo que preocupa es que el préstamo haya sido tramitado en un tramo en que el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), del cual él funge como presidente, se disputaba un proceso electoral precisamente contra el partido oficialista, que por serlo, goza de las potestades fácticas, aunque no bien jurídicas para atribuir competencias, y gestionar lo necesario para su aprobación y desembolso, como en efecto parecer ser que ocurrió.

Las diligencias que promovía, tras bastidores el presidente del partido blanco, lo obnubilaron hasta hacer evidente que no estaba identificado con la causa y proyecto inmediato de su parcela partidaria. El pueblo deduce hoy día que estaba muy concentrado en palanquear los objetivos de sus empresas, hasta dejar sin un norte definido, lo que debió ser su verdadero compromiso, la dirección efectiva de su partido.


Los comerciantes fruto de la naturaleza de sus actividades meramente lucrativas se imponen agendas agresivas, las que no deben confundirse con las de la política. Éstos deben hacer todo cuanto le sea posible en no deslizarse hasta llegar invadir este campo para participar de manera consistente y permanente en ambas, la una y otra son incompatibles e irreductibles. Mientras la una persigue la obtención de utilidades, casi siempre expresadas en saldos porcentuales positivos en bienes, la otra, al decir de la filosofía es una ciencia que llega a entrelazarse con el arte, a la cual deben empeñarse solo aquellos de amplia vocación y sensibilidad social y humana, por cuanto la mayor riqueza a ser alcanzada es la de la satisfacción de haber obrado sanamente en apoyo de brindarle mejor calidad de vida a los más desposeídos.

No puede, por tanto, coexistir en un mismo entorno la práctica que impone el capitalismo salvaje de nuestros días y la práctica de la política, a menos que no se tomen sanas previsiones, ambas son total y completamente inconciliables. Mientras el ejercicio de la política exige desprendimiento, en cierto grado desapego de ambiciones materiales, mayor entrega en la defensa de los interés de los más vulnerables, el comercial promueve de su lado, como regla general, el cumplimiento de las metas económicas programadas.

Líderes políticos de la región que han dado el salto del sector empresarial a la política como es el caso del presidente chileno Miguel Juan Sebastián Piñera Echenique, se han ceñido a comportamientos que deslumbran por su pertinente accionar. Verbigracia éste, quien al asumir como primer mandatario de su país se acogió al llamado “fondo ciego”, el cual es un mecanismo jurídico - económico que le permitía distanciarse de la administración de sus empresas mientras le correspondiera fungir como funcionario público del país suramericano. Aquí no hemos llegado a ese grado de madurez ni de sensatez.

A Miguel Vargas Maldonado le costará deshacerse de la impresión que ya tiene el pueblo de que existiera alguna estrecha relación entre el otorgamiento del préstamo y el proceso electoral que se avecinaba en esos días, luego de mantenerse tan distante, totalmente al margen del torneo que le costo ganar la presidencia de la República a su partido. Diferente hubiera sido para él distanciarse de sus empresas mientras se dedicaba como el político con  la estatura que hoy ostenta.

Ese préstamo por como se tramitó y en el tiempo que se tramitó pareciera que se violentaron las normas prudenciales que imperan en el sistema bancario nacional, tras informarse que no se observaron las recomendaciones dadas por los técnicos de la institución bancaria en el sentido de que advertían que los bienes presentados como garantías por el prestatario no cumplían los niveles de respaldo necesarios para cubrir el compromiso en caso de calamidad. No obstante las recomendaciones técnicas, el préstamo fue autorizado contra viento y marea por la dirección del Banco de Reservas, la que a la sazón estaba encabezada por el entonces presidente del Consejo de Directores, señor Vicente BENGOA.

No hay forma de desviar el entendimiento de la ciudadanía, para ella, la intención con que se hizo esa operación fue malsana desde su concepción misma. Sobran los argumentos para sostener con ciertos niveles de racionalidad que entre el oficialismo de entonces y el ingeniero Miguel Vargas existió un contubernio para alcanzar en su conjunto, derrotar al candidato del cual parece ser, a la postre, era la competencia de ambos.


Este préstamo quedará en los anales de la historia como uno más de los engendros de la claque política nuestra. Ya el futuro se encargará de juzgar el desempeño de los líderes políticos de estos tiempos. Ah, y cómo no, deberemos estar alerta en los días postreros para conocer los mecanismos de saldo que se ingeniarán los dotados del Estado.


Salomón Ureña B E L T R E.
Abogado - Notario.
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