Golpe de Estado Constitucional en Paraguay.

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El inicio de una acción como la orquestada el pasado viernes en Paraguay de la que resultó destituido su presidente constitucional, debe llamarnos a reflexión a todos los ciudadanos latinoamericanos. Provocar la salida aun por los medios que se han valido los latifundistas y algunos otros sectores intolerantes del status quo que reina en Paraguay, merece la repulsa no solo de los ciudadanos que hemos tenido en nuestra propia historia la presencia de dictaduras y de gobiernos que se han hecho de la dirección del Estado de manera violenta e ilegal, sino de todo el mundo moderno que aspira con vivir bajo el amparo de un estado de democracia.


Este es un revés que se le asesta de manera innecesaria a la aun efímera y débil democracia de los pueblos de América. Quienes la engendran no dimensionan el daño que acometen y la involución a que someten a las sociedades Estados donde la practican. En ellos solo reina y tiene cabida los resultados que fructifican sus ambiciones desmedidas.

Estos acontecimientos cuentan con el auspicio de fuerzas poderosas que suelen auscultarse sobre su poder económico e influencia fácticas, las que conocedoras de sus limitaciones, y embriagadas de sus ansias de poder, no dudan tramar las acciones más inverosímiles y cuestionables que den al traste con sus perturbadoras maquinaciones.

Llama la atención que utilizando la figura de un supuesto juicio político, por “mal desempeño en sus funciones”, el que justificado por la muerte de 17 campesinos que ocupaban ilegalmente unos terrenos, haya iniciado el jueves en horas de la tarde y ya para el viernes a las cinco y veinte pasado el meridiano, el Congreso tenía la decisión que presagiaba la nación: la destitución de su presidente, el primero en sesenta años que había sido elegido por el pueblo, fruto de una coalición de partidos que adversaba a quienes los gobernaron por igual tiempo, el Partido Rojo.

Los creadores de estas tramas suelen resguardarse de supuestos legales que posibiliten la obtención de sus objetivos, y en efecto, para la especie, sus maquinadores se apoyaron en el Artículo 225 y siguientes de la Carta Sustantiva de Paraguay para cuajar su siniestro plan, el que quedó concretizado casi a la perfección.

Se justifica que toda la comunidad internacional se exprese opuesta a esta nueva amenaza que se ha destapado para prorrumpir el estado social democrático y de derecho que articula la Constitución de Paraguay.

Recientemente Honduras sirvió como rata de laboratorio y los golpistas de ese país centroamericano utilizando su influencia frente a los poderes legalmente constituidos, en este caso ante el Tribunal Constitucional, lograron destituir a su presidente,  José Manuel Zaleya, y aunque hubo amagos de parte de la comunidad internacional de no aceptar el capricho de los instigadores que vulneraron su institucionalidad, no pudieron lograrlo y en cambio los anarquistas se alzaron con el poder, todavía lo detentan y disfrutan hasta el extremo que se considera como un hecho cumplido sus desmanes.

Con Paraguay se repite la historia; han habido reacciones de parte de los países de la región que han adoptado posiciones muy leves, los unos han mostrado cierta oposición aunque no intransigencia en no reconocer a los irreverentes que se hacen de la dirección del Estado y gobernanza del país.

La Organización de las Naciones Unidas debe activar los mecanismos que hagan retomar la dirección del gobierno paraguayo a su legítimo titular, el señor Fernando Lugo. Además de utilizar los mecanismos diplomáticos que son los que deben imperar, deben aplicarse, además, medidas que vislumbren determinación a que se les impedirá a los golpistas seguir abrogándose por mecanismos espurios los poderes legítimamente constituidos en las naciones de americanas.

Algunas de las medidas que podrían imponerse, sería la exclusión del Paraguay de las sociedades de naciones, impedirle negociar con países de la región y hasta la imposición de medidas de embargos a lo interno y fuera de país.

De no ser así, pronto veremos que Bolivia, que actualmente se debate dentro de un clima de mucha incertidumbre con la huelga generada por los miembros de la policía, y del propio Ecuador, que de no ser por el manejo que le dio su presidente a la crisis que hubo de afrontar en el año dos mil diez, hubiera sido igualmente destituido del gobierno con la anuencia de un amplio sector empresarial, incluyendo influyentes medios de comunicación, y hablemos por igual del Perú donde existen algunos focos de intolerancia hacía su presidente Ollanta Humala. En los dos primeros países mencionado se ha tratado por varios medios de lograr iguales resultados que los obtenidos por los asaltantes de los poderes públicos tanto en Paraguay como en Honduras.

Federico Franco, vicepresidente de la coalición que llevó a Fernando Lugo a la dirección del gobierno paraguayo, es un cómplice que merece el repudio de todos, y por tanto no merece ser reconocido como presidente de aquel país, por prestarse a colaborar con el grupo de golpistas e inmoderados. Este debió actuar como ente de moderación para evitar que se produjera este golpe mediático, insistiendo en la necesidad de mantener vivo el estado de derecho y de democracia que tanto le ha costado alcanzar a Paraguay.

No nos explicamos porque no se permitió concluir el periodo de gobierno por el fuera electo el Presidente Lugo, ya que este culminaba su presidencia el próximo año 2013, máxime cuando se tiene por cierto que su titular no se presentaría a la reelección presidencial por estar expresamente prohibida por el Artículo 229 de la Carta Magna de Paraguay.

Hasta el momento no ha habido un solo país del grupo de naciones organizadas que haya reconocido “el gobierno de facto” que preside Federico Franco, y aunque hay elecciones el próximo año en este país, se debe privar de toda facilidad a que pretenda su gobierno tener acceso.

Se requieren de acciones y respuestas contundentes que imposibiliten el regreso de los golpes de estados a nuestra zona, el Mercosur ha tomado una muy buena iniciativa que implica excluir a Paraguay de su próximo conclave como mecanismo de aislar a estos insolentes que vulneran la voluntad popular sin miramiento de ninguna índole.

La encerrona convertida en juicio político a Fernando Lugo le desprovee de la facultad de ser senador vitalicio de la República de Paraguay, toda vez que el Artículo 189 de la Constitución de ese país señala que: “Los ex presidentes de la República, electos democráticamente, serán senadores vitalicios de la Nación, salvo que hubiesen sido sometidos a juicio político y hallados culpables. No integrarán el quórum. Tendrán voz pero no voto”.


Salomón Ureña B E L T R E.
Abogado – Notario.
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