“Habremus Presidemtun”

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 No por simple adivinación ya la sociedad dominicana ha determinado quien será el ganador de las elecciones que pasaron de avecinarse a ser una latente y consciente realidad.


Ya todos estamos definidos y sabemos de antemano quien será el próximo presidente de la República.

Hasta antes de llegar a esta fecha fueron muchos los vericuetos por los que hubo que transitar, mucho lo que hubo que tolerar de los políticos y de la pesada campaña a la cual nos sometieron. Es muy pesado el trajín que imponen a los ciudadanos los procesos de propaganda político-electoral. Por esta razón se les reclama a los políticos la implementación de novedosas fórmulas de promoción de sus proyectos electorales para que sean tan afectados los ciudadanos a los que no les agrada participar de estas actividades. De esta manera damos muestras del incipiente desarrollo que hemos alcanzado.

Las muestras de inversiones estrafalarias de recursos tanto público como privado es uno de los elementos que deben ser enfocados para reformarse en los siguientes procesos electorales debido a que las actuales fórmulas provocan irritación a los ciudadanos. Esta campaña que recién concluye nos ha evidenciado una seria contradicción entre los despilfarros en los que incurren los políticos de esta época y la pobreza en que está sumida la mayor parte de la población, no existe en éstos la sensibilidad social que otrora se esforzaban proyectar aun fuera para acarrearse la buena voluntad de los votantes, que son en su mayoría los pobres.

Un aspecto interesante a resaltar en el actual proceso electoral es que ambos partidos que se tercian la primacía electoral, han pasado de sentirse ganadores plenos de las elecciones a vaciladores de alcanzar la victoria.

Podíamos apreciar hasta hace unos meses que los simpatizantes del Partido de la Liberación Dominicana estaban convencidos de las pocas posibilidades que tenían para mantener la cuota de poder de que gozan desde el Palacio Presidencial de la Dr. Delgado, que por cierto, es de los pocos del mundo que no tiene nombre, tal como La Casa Blanca, en los Estados Unidos de Norteamérica, La Moncloa, en España, el Eliseo, de Francia, La Casa Rosada, de Argentina o El Palacio de Miraflores, en Venezuela, etc.

Al día de hoy los cambios han aflorado en esta parcela política y ha vencido, según sus propias impresiones,  el saber hacer política, esto es, el saber ganar elecciones…

El consciente y decidido interés de los máximos dirigentes de este partido, anclados en el excelente equipo de estrategas del que se han hecho valer, ha calado para acarrear una aureola triunfalista en el electorado y en su propios correligionarios.

Por el contrario, un cambio radical ha sobrevenido en las expectativas de los blancos, no solo hay una voluntad flanqueada de parte de los perredeístas sino que hemos tenido experiencias personales de verdaderos simpatizantes de este partido que han osado hacer apuestas en contra de su propio partido. Se les nota en el rostro un convencimiento de que asisten a una innegable derrota.

Desde nuestra óptica, la actual coyuntura electoral será definitoria para el futuro político de los dos principales candidatos que tercian en la carrera presidencialista; el que pierda deberá retirarse del ruedo y ejercicio político, como lo decidió luego de perder las recientes elecciones francesas, el ex presidente Nicolás Sarkozy.

Luego de los próximos cuatro años las respectivas propuestas de gobiernos tanto de Danilo Medina como de Hipólito Mejía serían obsoletas. Es nuestra convicción que cualquiera de los candidatos que gane las elecciones quedará restablecido políticamente para gobernar durante los próximos cuatro años, no así para el que las pierda.

Sobre el candidato Hipólito Mejía pesa la desagradable experiencia que vivió la comunidad nacional tras la debacle de las entidades bancarias por allá por el 2003, quien por su experiencia de Estado puede reevaluar como hacer un mejor gobierno que el que encabezó en el periodo 2000-2004, frente a un Danilo Medina que no tiene en lo personal ninguna cola que le pisen, éste se ha preparado para ser presidente de la Republica, conoce al dedillo los problemas fundamentales del país y ha dejado entrever con mucha claridad que está dispuesto a sortear cualquier obstáculo para llevarse la gloría de haber hecho un buen gobierno. A éste candidato tras su paso por las diferentes instancias del Estado no se le ha podido señalar negativamente nada que pueda empañarlo.

El suscrito aspira a que en el próximo gobierno hayan directrices tendentes a organizarnos como nación, que hayan meridianos esfuerzos que tiendan a disminuir los altos índices de pobrezas que acusa la mayoría de nuestra colectividad. Instanciamos a los políticos a que su accionar lo direccionen a fortalecer la independencia ciudadana a través del desmantelamiento de los programas de ayuda, traduciéndolos en inversiones que propendan a hacer de cada cual, un buen técnico, un buen profesional, que cada individuo dependa lo menos posibles de las dadivas del Estado y de sus instituciones. Que se enfoquen hacia la creación de nuevas plazas de trabajos, utilización efectivas de nuestros recursos medioambientales y humanos, pero sobretodo que se inicie una política de educación que trascienda a favor de los ciudadanos.

Aspiramos a que se produzcan cambios en la mentalidad de quienes nos dirigen que propugnen por el bienestar de las grandes mayorías. Todo esto se lograría haciendo un uso adecuado de los recursos que genera el Estado.

Estas serán las últimas elecciones donde los votantes concurriremos a escoger de manera separada al Presidente de la República, en lo adelante, según lo ordena la Constitución del 26 de enero del 2010, la Junta Central Electoral deberá preparar elecciones para elegir de manera concomitante tanto los cargos congresuales y municipales, así como a quien deberá dirigir desde el ejecutivo el futuro inmediato de la República. Esperamos tener una ley electoral bien consensuada entre las diversas fuerzas vivas de la Nación para las elecciones del 2016.

Lamentablemente todavía en nuestro país no existe la continuidad de Estado, un cambio de gobierno implica un cambio de todo lo que se ha proyectado, debido a que cada partido, cada candidato, cada persona tiene su propio objetivo y los métodos de cómo afrontar los problemas que abaten a la comunidad. Esto debe dejar de existir, debe instaurarse una nueva mecánica de dirección y de ejecutoria de la cosa pública.

Anhelamos a que en nuestro país se establezca un gobierno que abra una era donde comience a afianzarse el valor de las instituciones más que el de las personas, que sean las instituciones las que coadyuven de manera sistemática al desarrollo nacional, de esta manera tendremos el país que todos merecemos.


Salomón Ureña B E L T R E.
Abogado.
salomonbeltre@gmail.com

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