El mejoramiento de los niveles de vida de los
gobernados, así como el uso celoso y adecuado de los recursos públicos deben
ser las metas principales que sigan todo político. Ninguna verdad puede ser más
absoluta en el campo de la política como el que acaba de ser entintado.
La sensibilidad humana aunada al servicio
social, hace que la solidaridad se abra espacio, que se atisbe la vocación que
debe conjugarse en un político, cuyas muestras deben comenzar a mostrarse con
el sacrificio individual, y el de los suyos.
Quien
ejerza de político, no deberá mostrar como propósito primario ascender social,
o económicamente, o bien granjearse vinculaciones que no sean sino para
utilizarlas a favor de quienes representa, lo otro merecería catalogarse como arribista,
ascensorista, comerciante, como un ventajista. Todo el que aspire pomposas riquezas
debe dedicarse a una de las tantas profesiones liberales permitidas que
existen, nunca a la de político.