De los diputados y su Barrilito.

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El mejoramiento de los niveles de vida de los gobernados, así como el uso celoso y adecuado de los recursos públicos deben ser las metas principales que sigan todo político. Ninguna verdad puede ser más absoluta en el campo de la política como el que acaba de ser entintado.

La sensibilidad humana aunada al servicio social, hace que la solidaridad se abra espacio, que se atisbe la vocación que debe conjugarse en un político, cuyas muestras deben comenzar a mostrarse con el sacrificio individual, y el de los suyos.

Quien ejerza de político, no deberá mostrar como propósito primario ascender social, o económicamente, o bien granjearse vinculaciones que no sean sino para utilizarlas a favor de quienes representa, lo otro merecería catalogarse como arribista, ascensorista, comerciante, como un ventajista. Todo el que aspire pomposas riquezas debe dedicarse a una de las tantas profesiones liberales permitidas que existen, nunca a la de político.

Una Propuesta Para Los Teléfonos Macos.

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El doctor Juan Francisco Rosario Gratereaux, es un joven de sobrada capacidad profesional que recientemente participó en el programa radial que de sábado en sábado a las 10:00 Am, realizamos junto a nuestros amigos de la vida, los señores Blas Minaya y Eduardo Arvelo en la emisora Red Educativa Dominicana (95.3 Red FM).

Pues en la demostración de sus vastos conocimientos sobre las leyes de comunicaciones radioeléctricas del país, el doctor Rosario Gratereaux, le explicaba a la audiencia de Reflexión Jurídica, así se llama el programa radial aludido,  sobre el tema que ha estado en la palestra pública, relativo a los llamados teléfonos macos (excusándonos por la burda y poca castiza intitulación de nuestro escrito), de los que dicen las autoridades dominicanas existen más de cinco millones ramificados por todo el país, los que por la vulnerabilidad en ser identificados, tienen en vilo a la seguridad ciudadana, dado que a través de estos es que los delincuentes realizan los contactos necesarios para materializar sus tropelías, alcanzando con facilidad sus vituperios, logrando entrampar entre sus garras a la colectividad que hoy no se sabe segura de sus desafíos.